Si tuviera que explicarle a alguien mediante ejemplos qué es un payaso y por qué, no hay duda, echaría mano de estos dos caballeros de aquí al lado, el señor Laurel (el Flaco) y el señor Hardy (el Gordo)...
Su forma anticonvencional de actuar, sus miradas a cámara rompiendo la cuarta pared, el ser ellos mismos siempre, de una forma completamente natural, y siempre con su sensibilidad a flor de piel es lo que les une a los clown clásicos del circo y de la escena.
Aquí, en este blog voy a hablar mucho del Gordo y el Flaco, porque los adoro, y siguen siendo mi punto de referencia a la hora de actuar. Quizás no fueran tan sutiles como Keaton, o tan socialmente comprometidos como Chaplin, pero cuando dos tipos son capaces de llegar al corazón de tanta gente durante tanto tiempo, convirtiéndose en sus amigos de una forma extraña e intangible, esos, creo yo, se llaman genios o estrellas, o algo que uno no sabe explicar de forma clara, sin volverse cursi o demasiado solemne (y, solemne, era todo lo contrario a lo que eran ellos)
Laurel y Hardy no inventaron el cine cómico, pero sí que le regalaron algo que antes no tenía, el tomarse su tiempo para hacer las cosas, la espera, todo calculado matemáticamente para que todos en el público sepan lo que va a ocurrir y para que cuando ocurra estallen las risas. Su filosofía podría explicarse con esta máxima: " Si has fracasado en algo, vuelve a repetirlo para que así puedas volver a fracasar" La repetición es algo que siempre ha estado en el clown, y en ellos se vuelve acto de fé, tal como explica Mark Evanier, cuando el señor Hardy sube a un tejado todos en el público sabemos que va a terminar cayendo, sospechamos que, incluso, el señor Laurel, con su mirada de niño tonto, era consciente de que iba a pasar lo inevitable, lo importante es que el señor Hardy no tuviera ni idea de esta posibilidad, y que cuando caiga mirara al público con cara de resignación para volver a subir una vez más.
Para terminar este aperitivo, quisiera acabar con una de mis frases preferidas de la historia del cine, pronunciada por ese gran filósofo que fue Stanley Laurel:
"¿Te acuerdas de lo tonto que era antes?Ahora estoy mejor"
A eso aspira uno, a ser un tonto lo suficientemente lúcido para saber que al menos algún día fue un tonto.
Y ahora, subamos todos al tejado...
11 comentarios:
¡Qué maravillosa entrada!¡Qué maravilloso blog! ¡Y qué maravillosos Laurel y Hardy!
Es cierto que cuando uno habla con "entendidos" en cine, incluso con amantes de la comedia, a veces pasan una mirada desdeñosa por la obra de Laurel y Hardy, por no haber alcanzado la profundidad psicológica de Chaplin o la perfección técnica de Keaton, pero bueno, nunca han de faltar estos "entendidos" en todos los ámbitos del arte.
Como bien señalas, la actuación de Laurel y Hardy es sencillamente deliciosa: qué par de actores,qué profesionalidad, qué manera de enfocar la comedia, qué señores de la actuación.
Tal vez una de los obstáculos que hace que sus películas resulten hoy "aburridas" para un cierto sector del público es el acertado (aunque ellos no lo vean) uso del "tempo lento" de la comedia, que han manejado como nadie, así como la capacidad de crear humor a partir de la previsibilidad.
Cuando alguien critica este último aspecto, yo siempre contesto lo mismo: "Es otro rasgo de genialidad, ¿cómo logran hacernos partirnos de risa, incluso sabiendo lo que va a ocurrir?"
Uno de los mejores discípulos del Gordo y el Flaco, Roberto Gómez Bolaños "Chespirito" (El Chavo del ocho y El Chapulín Colorado), les dedica este poema, que dejo para los lectores del amigo Choko:
"Con su atuendo de batalla, corbata, bombín y saco,
llegan el Gordo y el Flaco,
dando brillo a la pantalla.
Entonces la risa estalla, pero además se refleja, que el público no sólo festeja tan sólo el esparcimiento, sino también el talento que rezuma la pareja.
Pues si el Flaco se tropieza no hay torpeza por su parte,
es el producto de un arte
que sublima la torpeza,
y con la misma destreza
tampoco el Gordo fracasa,
cuando con su flema retrasa
la ampulosa ceremonia,
con la sutil parsimonia
que es el sello de la casa.
Cómo gozamos aquellos
momentos inolvidables,
simultáneamente amables,
regocijantes y bellos,
y cómo aprendimos de ellos
la pausa justa y precisa
del humorismo sin prisa.
Tiempo, ritmo y cadencia,
en la sin par excelencia
del poema de la risa".
Perdón por la extensión y por no guardar la separación de versos al principio del poema.Me voy al tejado, señores.
Noasotros también nos subimos a su tejado, si nos lo permite, amigo Choko. ¿Cómo que en su blog se va a hablar mucho del Gordo y el Flaco? Ya con semejante entrada queda claro que no debiera hablar de otra cosa. Vaya, anigos Choko y Chespiro, visitando sus respectivos blogs parece que coincidimos en muchas más cosas del tema que nos puso en contacto. Eso igual quiere decir que tampoco vamos tan equivocados... ¿Recuerdan aquella aventura del Gordo y el Flaco donde hacen de vendedrores de árboles de navidad y le destrozan la casa a un desdichado que no les quiere comparar? Es de lo más salvaje que hemos visto nunca en el cine, y mira que que se han hecho salvajadas...
Cuántos hálagos! Yo no sé qué decir ante tanto... Pero se los paso a ellos, Laurel y Hardy, que se los merecen todos.
Sí, amigo Chespiro, durante mucho tiempo Laurel y Hardy fueron un poco vistos como "cómicos menores", es extraño como unos tipos que influyeron en tantos otros artistas puedan ser menores, ahora se vuelven a revalorizar, sobretodo, en Ámerica e Inglaterra donde continuamente salen dvds, festivales de cine, libros o algo que tenga que ver con la pareja...
El poema de Roberto Gómez Bolaños es una pasada, y lo que es mejor, enriquece mi blog sin que yo tenga que trabajar, je, je Muchas gracias amigo.
Ah! amigos burgos, la película que ustedes comentan es "Ojo por ojo", y sí es una salvajada, un canto a la destrucción y una obrita maestra del cine cómico mudo.
... Y ahora que estamos todos en el tejado ayúdenme a colocar esta antena, no puede ser muy difícil hasta un niño sabría hacerlo... AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!
(Todos caen y vuelven a subir otra vez)
(De nuevo arriba).
Creo que el vecino en cuestión al que joroban en esa joyita del mudo es James Finlayson, un secundario de lujo que durante un tiempo quiso ser el tercer miembro del dúo (qué cosa más rara).
Y sí, es buenísimo ese corto. ¡Qué tanda de salvajadas! ¡Qué bien lo pasa uno viéndolas!¡Y qué pena que si lo repusieran hoy en día en horario infantil (una utopía), lo retirarían de la emisión por inducir a la barbarie visigoda!
James Finlayson es a Laurel y Hardy lo que Margaret Dumont a los Marx.
Lo mejor del corto es como Laurel y Hardy pasan de la inocencia a la salvajada y de ahí a la inocencia otra vez.
Qué buena analogía la de Dumont, amigo.
Bueno es que todos los cómicos necesitan de su contrario...
Laurel y Hardy- James Finlayson
Los Hermanos Marx- Margaret Dumont
Chespirito- Ramón Valdés
Y siempre estos secundarios se acaban metiendo en el corazón de los espectadores, porque son muy grandes! Para seguir el juego ¿a alguien se les ocurre otros ejemplos? :O)
Por cierto Chespiro en el blog de Tausiet nos han dado un post entero!, no sé si te habías dado cuenta...
No me había percatado, voy a verlo.
Es que muchas veces, los secundarios de los cómicos son la sal y la pimienta que le hacen falta al cómico.
A veces este rol no es desempeñado siempre por la misma persona...y el público llega a echar de menos al eterno antagonista.
Es cierto, lo que dices Chespiro, algún día o tú o yo vamos a tener que crear un post sobre esos secundarios roba pantallas y roba corazones :O)
Yo sigo con mi juego (a ver si alguien se pica conmigo) Jerry Lewis- Kathlen Freeman
No sé por qué me he acordado de Sigfried Rumann que hacía de malvado en la película de los Marx, pero luego era un cómico exquisito, y muy gracioso, en las de Lubitsch...
Y que era calvo,como se encargó de demostrar Harpo en alguna ocasión.
Y enseñó su calva en su última película, "En bandeja de plata" de Billy Wilder, en la que hacía de uno de los típicos doctores alemanes de Wilder...
"Echénle a las viborrrrras"
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