Como todo en la vida, ya ha pasado el Festival de Clowns de Campanar, un evento que ha dejado en mí un regustillo dulce, con muchas experiencias que se me han quedado grabadas, con cosas, además, que creo que van a hacer que cambien algunas cosas a la hora de plantearme el salir a escena.
El contrabajo salió bien, mejor en la noche que en la mañana, conseguimos momentos de grandes risas en una obra cuyo texto es más bien serio con pinceladas de ironía.
Por cierto, podéis leer la crítica que me ha hecho Fernando Garcín en su web. No te lo dije Fernando, pero parte del "éxito" te lo debo, en un momento bastante bajo, conseguiste emocionarme mucho con tus palabras, más que nada porque son sinceras y salen exclusivamente de tu cariño hacia este trabajo. De todas maneras el ponerme al lado de mis dos ídolos Keaton y Lewis es un error táctico que me abruma.
Por supuesto, "El amor de un contrabajo" no sería nada sin la ayuda en escena del maestro del piano Pedro Aznar, Pedro no es sólo músico, es también un gran cómico y el mejor partenaire (¿se escribe así?) que se puede tener en un escenario. Tiene mucho talento y es extremadamente generoso con él, así que hay que agradecerselo.
Los Cuentos, aquellas versiones del Principito, Barba Azul, La trampa de Medusa y la canción La pulga y la sombra, fueron un rotundo éxito, el público estaba a reventar y la gente no paraba de reir con nuestras alegres bobadas, Consuelo, Mónica, Raquel e Ivan, fueron los compañeros que salieron conmigo en los distintos cuentos (y que dieron lo mejor de sí mismos) Yo me lo pasé en grande y así parece que se lo pasaron los que vinieron a vernos, en los que estaban incluidos los niños, ese público tan díficil.
Con la energía de los Cuentos repetí la rutina del perrito en el cabaret clown de este año, sin duda creo que ha sido la mejor de las tres veces que la hemos hecho el clown Lucho y yo.
Por supuesto no me olvido de Jorge Affranchino que dirigió todas las obras ni de Chistoff que no paraba con la organización. Encima ambos actuaban, y no acabaron defenestrados en el suelo, lo cual se mire como se mire tiene mucho mérito
Tampoco puedo olvidar las dos obras que pude ver en las que no salía yo, Pauperrimos y Cuadros, la primera una actuación infantil de Monchete y Firulete, llena de simpática ternura, con dos pobretones muy divertidos. La segunda, una versión de diferentes cuadros con muchos momentos interesantes y con muy buenas actuaciones.
Pues ya está ¿Ahora qué más?
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